lunes, 16 de diciembre de 2013

El sionismo y el antisemitismo

El sionismo

La palabra sionismo es definida por la RAE con dos definiciones, que dicen:
  1. Aspiración de los judíos para recuperar Palestina como patria.
  2. Movimiento internacional de los judíos para lograr esta aspiración.
La palabra sionismo y todas sus derivadas tienen relación con el deseo de los judíos para volver a vivir a Palestina, eso queda bastante evidente.El origen de la palabra sionismo lo encontramos en el Antiguo Testa-mento, vinculada al nombre del Rey David, en la que se cita la conquista por parte del citado rey de la fortaleza de Sion, emplazada en el lugar donde hoy se alza Jerusalén. Es decir, sionismo significa el deseo de volver a Jerusalén. Los judíos, para justificar su deseo de volver utilizaban varias razones:
  1. Al principio, antes del antisemitismo en general y del antisemitismo nazi en particular, los judíos se justificaron diciendo que según su libro sagrado esa era una tierra legada por Yavhé, es decir, era la Tierra Prometida.
  2. Después del antisemitismo y de la solución final, mediante las críticas a los demás países que no habían podido evitar la masacre de una gran mayoría de judíos y justificando que debían ser capaces de defenderse de holocaustos como el ocasionado por Hitler.
Los judíos se orfanizaron de diferentes maneras, de las cuáles la más importante fue el Congreso de Basilea (Suiza). Este congreso, realizado en 1897 y presidido por Theodor Herzl en la que las organizaciones judías de todo el mundo trataron de preparar la creación de un nuevo Estado judío. Finalmente recibieron la autorización de Reino Unido en 1917 de crear un nuevo Estado judío en Palestina mediante la declaración Balfour, una carta que el ministro británico A. J. Balfour envió a L. W. Rothschild en la que decía que el Reino Británico autorizaba la creación de un estado judío. Como por aquel entonces el imperio británico tenía bajo su control la zona de Palestina, autorizó la mudanza de los judíos a este terrirorio, el lugar donde se asentaron sus antepasados. El traslado comenzó de forma moderada en 1920, pero cuando el partido nacionalsocialista llegó al poder en Alemania y empezó a extenderse de manera violenta, se produjo una huida general desde todos los países para refujiarse a Palestina. Al acabar la Segunda Guerra Mundial en 1945 y al descubrirse los horrores que había provocado Hitler contra los judíos, el mundo entero empezó a defenderlos y finalmente en 1948 la ONU autorizó la creación del estado de Israel.

Antisemitismo nazi

El antisemitismo es definido como la doctrina o tendencia que defienda la enemistad contra la raza hebrea, su doctrina y su creencia.  El antisemitismo ha existido desde antes y durante el imperio romano, antes y después del cristianismo, durante la la edad media, la edad moderna y aún perdura hasta nuestros días. Al principio, durante el imperio romano cristiano y durante toda la Edad Media,la Edad Moderna y una parte de la Edad Contemporánea, el antisemitismo fue debido a motivos ideológicos y religiosos principalmente, acompañados de posibles motivos económicos. A partir de la segunda mitad del siglo XIX es cuando se empieza a desarrollar este tipo de antisemitismo. Se les empieza a culpar de perder en las guerras, de las crisis económicas...
En concreto, el antisemitismo nazi surgió tras la Primera Guerra Mundial. De acuerdo con los términos del Tratado de Versalles (1919), Alemania era la única responsable del conflicto, por lo que fue despojada de su imperio colonial y de importantes territorios en el continente, como Alsacia y Lorena, y obligada a pagar onerosas reparaciones de guerra. La vida política y económica alemana se vio gravemente afectada a causa de las condiciones de este acuerdo. La elevada inflación, que alcanzó un punto crítico en 1923, casi acabó con la clase media alemana, y muchos de sus miembros, empobrecidos y sin esperanzas, se comenzaron a sentir atraídos por los grupos políticos radicales que surgieron en la posguerra. Pocos años después de que se hubiera alcanzado un cierto grado de progreso y estabilidad económica, la crisis económica mundial que comenzó en 1929 sumió a Alemania en una depresión que parecía irremediable. La República de Weimar, régimen instaurado en Alemania tras la disolución del II Reich (II Imperio Alemán) al finalizar la guerra, se vio sometida a crecientes ataques tanto de la derecha como de la izquierda durante estos años y no fue capaz de solucionar eficazmente la desesperada situación del país. Hacia 1933, muchos votantes alemanes apoyaron a alguno de los dos principales partidos totalitarios, el Partido Comunista Alemán (KPD) y el NSDAP.El NSDAP tuvo su origen en el Partido Obrero Alemán, fundado en Munich en 1919. Cuando Adolf Hitler se unió a él en ese mismo año, la agrupación contaba con unos 25 militantes, de los cuales sólo seis participaban en debates y conferencias. Hitler se convirtió en el líder de la formación poco después de afiliarse a ella. Durante el primer mitin del Partido Obrero Alemán, celebrado en Munich el 24 de febrero de 1920, Hitler leyó el programa del partido, elaborado en parte por él; constaba de 25 puntos en los que se combinaban desmesuradas demandas nacionalistas con doctrinas racistas y antisemitas; en el punto vigésimo quinto se establecía lo siguiente como condición indispensable para el cumplimiento de los objetivos previstos: “Frente a la sociedad moderna, un coloso con pies de barro, estableceremos un sistema centralizado sin precedentes, en el que todos los poderes quedarán en manos del Estado. Redactaremos una constitución jerárquica, que regirá de forma mecánica todos los movimientos de los individuos”.
Bueno, historia aparte, Adolf Hitler propagandó la idea de que los judíos eran los causantes de que Alemania perdiera la guerra, y también impuso la idea de que el contacto con los judíos era lo que provocaba la debilidad de Alemania. Sostenía que los alemanes eran una raza superior, la raza aria, cuyo objetivo era dominar a todos los demás pueblos, pero que el contacto continuo con las razas inferiores impedía que los alemanes produjesen todo su potencial, y que por tanto era necesario eliminarlas. Los judíos, que siempre fueron un grupo aparte en la sociedad por su propia voluntad, lo empezaron a ser por imposición externa. Para acabar con los judíos, Hitler no tomó ninguna decisión muy drástica al principio, si no que fue excluyéndolos poco a poco en distintas fases:

1ª Fase: Leyes y medidas discriminatorias (1933-1938). Las tristemente célebres Leyes de Nuremberg, nombre por el que ha pasado a ser conocida la legislación específicamente antisemita promovida en una convención del Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo celebrada en la ciudad de Nuremberg y aprobada poco después por el Reichstag (cámara baja del Parlamento alemán), el 15 de septiembre de 1935. Estas leyes privaban de la nacionalidad alemana a los judíos, prohibían el matrimonio o las relaciones sexuales extramaritales entre la población alemana aria y la judía y castigaban con severas penas de prisión a los que violaran estas normas. Ya iniciada la II Guerra Mundial, el régimen nacionalsocialista (nazi) de Adolf Hitler fue aún más lejos cuando decidió la imposición de la pena de muerte a quienes cometieran los delitos relacionados con dichas leyes. Entre algunos de los ejemplos de estas leyes están la anulación de la nacionalidad alemana a los judíos, les prohibían tener ciertos trabajos (esos empleos sufrieron un proceso al que podríamos llamar "arianización"), les obligaban a llevar ciertos símbolos para que fuesen reconocidos... La paranoia de Hitler respecto a la pureza de la sangre le llevó hasta el punto de poner en la misma situación a las personas que tuviesen hasta a un único abuelo judío. A medida que iba pasando el tiempo la situacion contra los judíos se fue volviendo cada vez más violenta, llegando a producirse varios progromos.
4. Solo los ciudadanos pueden beneficiarse de los derechos cívicos. Para ser ciudadano, es necesario ser de sangre alemana, sin importar la religión. Ningún judío puede ser ciudadano.
5. Los no-ciudadanos no pueden vivir en Alemania sino como huéspedes y deben someterse a la legislación sobre extranjeros.
6. El derecho de dirigir el Estado y de hacer las leyes está reservado exclusivamente a las ciudadanos. Exigimos que la función pública no pueda ser ejercida por no-ciudadanos.
7. Exigimos que el Estado alemán se comprometa a procurar medios de subsistencia a todos los ciudadanos. Si el país no puede alimentar a toda su población, los no-ciudadanos deberán ser expulsados del Reich. [...]
23. Propugnamos la lucha contra la mentira política y contra su propagación por la prensa. Para favorecer la creación de una prensa alemana, exigimos:
  1. que todos los directores y periodistas de los periódicos en lengua alemana sean ciudadanos alemanes;[...]
  2. que sea prohibida por la ley toda participación financiera y toda influencia de los no-alemanes [...].
24. Exigimos la libertad en Alemania de todas las religiones, en la medida en que no pongan en peligro ni ofendan el sentimiento moral de la raza germánica. [..] El Partido combate el espíritu judeo-materialista. [...]
  Esta fase acabó en la "Noche de los cristales rotos" (en alemán, Kristallnacht; 'Noche de cristal'), nombre por el que se conoce un violento pogromo que tuvo lugar en Alemania, durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, cuando se llevó a cabo una agresión organizada contra los miembros de la comunidad judía y se destruyeron sus propiedades. Ese apelativo hace referencia a los cristales destrozados como consecuencia de una noche de violencia salvaje promovida por los nacionalsocialistas.
El pretexto de esta primera explosión masiva de histeria antisemítica en Alemania fue el asesinato del diplomático alemán Ernst Euard vom Rath en París, cometido por un joven alemán de origen judío, Herschel Grynszpan, encolerizado porque sus padres habían sido expulsados por las SS a Polonia. El atentado tuvo lugar el 7 de noviembre, y tan pronto como el dictador Adolf Hitler, que se encontraba en Munich, tuvo noticias de la muerte de Rath, incitó a las Juventudes Hitlerianas (sección juvenil del Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo), a las SA y a las SS a tomar represalias contra los judíos que aún quedaban en Alemania.
Las veinticuatro horas siguientes fueron de un salvajismo sin precedentes: fallecieron 91 judíos, hubo centenares de heridos y más de 30.000 resultaron arrestados y enviados a campos de concentración. Se les liberó tres meses después, pero más de mil ya habían sido asesinados. La noche del 9 al 10 de noviembre es recordada no sólo por las muertes o arrestos sino también por la destrucción, en muchas ocasiones por medio de incendios, de miles de tiendas, negocios y sinagogas. Después de este cruel acto, se obligó a los judíos de Alemania (a los que la ley prohibía reclamar indemnizaciones de sus seguros) a pagar una multa de mil millones de marcos por los daños producidos. Esta medida fue promulgada por medio de un decreto el 12 de noviembre, y el 15 de ese mes se prohibió oficialmente a quince niños judíos la asistencia a las escuelas alemanas. Inmediatamente se produjo la huida de una gran parte de la comunidad judía que todavía habitaba los territorios gobernados por Hitler. Si se analizan estos hechos desde la perspectiva actual, resulta evidente que la Noche de los cristales rotos marcó el comienzo del Holocausto, es decir, de la política de exterminio de la raza judía en Europa emprendida por el III Reich.
2ª fase (1938-1941). Creación de guetos y deportaciones. Creación de campos de concentración.
Judería o Gueto, en la antigüedad, parte de una ciudad en la que se obligaba por ley a residir a los judíos. Por extensión, este término se aplica a cualquier parte habitada mayoritaria o exclusivamente por judíos. Es sinónimo del término italiano ghetto, aunque éste tiene un significado actual más amplio.
Las juderías surgieron en principio como resultado de la intolerancia practicada por los cristianos y del deseo por parte de los judíos de mantener su unidad y exclusividad. El papa Pablo IV creó la primera judería legal en Roma en el año 1555. Juderías similares fueron creadas en la mayoría de los países de Europa durante los tres siglos siguientes. Solían estar rodeadas por murallas y sus puertas se cerraban al anochecer. En muchos casos los judíos estaban obligados a llevar un identificativo cuando salían fuera de su recinto. La abolición de este sistema se produjo a raíz de la Revolución Francesa y de los movimientos liberales del siglo XIX. En 1870 la judería de Roma, la última legal que quedaba en Europa, fue abolida por Víctor Manuel II, rey de Italia. Adolf Hitler ordenó de nuevo su instauración en los países ocupados durante la II Guerra Mundial como parte de su plan global de aniquilación de los judíos.
En los últimos años el término gueto ha sustituido al de judería y, por extensión, se ha aplicado, de forma despreciativa, a zonas urbanas muy pobladas habitadas principalmente por minorías étnicas o culturales. 
El gueto más importante fue el de Varsovia, donde fueron recluidos cientos de miles de personas condenadas a vivir hacinadas y mal alimentadas. En abril de 1943 los judíos de dicho gueto se sublevaron ante la masiva política de deportaciones a campos de concentración que realizaban los nazis. La resistencia duró varias semanas, tras la cual, el gueto fue arrasado.

En Alemania los nazis abrieron campos de concentración (Konzentrationslager o KZ) casi inmediatamente después de asumir el poder el 30 de enero de 1933. Un decreto del mes de febrero abolió la protección constitucional permitiendo el arresto arbitrario. La policía de seguridad estaba facultada para arrestar a cualquier persona y enviarla a un campo de concentración por tiempo indefinido. La policía política conocida como la Gestapo impuso una ‘custodia protectora’ a oponentes políticos entre los que se encontraban gran número de comunistas, socialistas, disidentes religiosos (testigos de Jehová, protestantes y católicos) y judíos. La policía criminal, conocida como Kripo, impuso el ‘arresto preventivo’ a delincuentes y a numerosos grupos denominados antisociales: gitanos, homosexuales, discapacitados, prostitutas y vagabundos. Las SS (Schutzstaffel o unidades de protección) gestionaban los campos con una disciplina militar brutal. Durante la década de 1930 se crearon seis grandes campos de concentración: Dachau, Sachsenhausen, Buchenwald, Flossenburg, Mauthausen y Ravensbrück (este último sólo para mujeres). En 1939 estos campos albergaban a más de 25.000 prisioneros.
Durante la II Guerra Mundial los campos crecieron en número y capacidad. Se crearon otros nuevos como Auschwitz-Birkenau, Natzweiler, Neuengamme, Gross Rosen, Stutthof, Lublin-Majdanek, Hinzert, Vught, Dora y Bergen-Belsen. A estos campos fueron llevados millones de prisioneros de los países europeos ocupados (judíos, partisanos, prisioneros soviéticos de guerra o trabajadores extranjeros). A principios de 1942, la Oficina Central de Economía y Administración de las SS (Wirtschafts-Verwaltungshauptamt o WVHA) asumió el control operacional de los campos de concentración y los prisioneros fueron obligados a realizar trabajos forzados en la producción industrial. Además de los campos de concentración, la WVHA administraba cientos de campos subsidiarios y las oficinas locales de la policía de seguridad en los territorios ocupados administraban un gran número de campos de trabajo. Los prisioneros trabajaban hasta la muerte en industrias como la química I. G. Farben y las fábricas de cohetes V-2. Aquellos que ya no estaban en condiciones de seguir trabajando eran eliminados con métodos como la cámara de gas, el fusilamiento o las inyecciones letales. También se utilizaba a los prisioneros para supuestos experimentos médicos.

3ª fase(1942-1945). Solución final. Campos de exterminio, cámaras de gas y hornos crematorios.
Durante la II Guerra Mundial, los nazis también crearon centros cuya finalidad era el exterminio de poblaciones enteras. En estas instalaciones, las SS enviaban sistemáticamente a las cámaras de gas a millones de judíos y miles de prisioneros de guerra gitanos y soviéticos. Dos centros de exterminio (Vernichtungslager) operaban bajo la supervisión de la WVHA: Auschwitz-Birkenau y Lublin-Majdanek. Otros cinco centros de este tipo operaban en campos creados por los líderes de las SS regionales y de la policía: Belzec, Sobibor y Treblinka al este de Polonia, Kulmhof (Chelmno) al oeste de Polonia y Semlin en las afueras de Belgrado. Más de cuatro millones de personas, en su mayoría judíos, murieron en los campos nazis y otros dos millones más murieron en guetos por inanición y enfermedad o por fusilamiento a cargo de los grupos de asalto (Einsatzgruppen). En 1979 el campo de concentración de Auschwitz fue declarado por la UNESCO Patrimonio cultural de la Humanidad. Actualmente se conserva como un museo, símbolo de la crueldad humana, en el que las evidencias de la tragedia se mantienen para que se recuerde a las víctimas y para que una catástrofe similar no vuelva a ocurrir. Los hornos crematoriosse utilizaban para quemar los cadáveres. A medida que se empezó a hacer evidente que Hitler estaba perdiendo la guerra los campos de exterminio y los hornos crematorios empezaron a ser usados de manera masiva, para acabar con todos los judíos y así poder encubrir los millones de asesinatos cometidos. La mayor parte de los campos de concentración fueron habilitados como campos de exterminio, siendo los más tristemente célebres Auschwitz (Polonia, se estima que un millón y medio de judíos murieron aquí), Dachau (Alemania), Mathausen (Austria) y Treblinka (Polonia)
El holocausto, la solución final, la soah... Todos son nombres de un único suceso: la masacre de seis millones de judíos (cuatro millones en los campos de exterminio y de concentración, y los dos restantes de inanición, de hambre, de sed, fusilados, de enfermedad... durante su encierro en los guetos). Sin ninguna duda uno de los episodios de odio racial más vergonzosos y terribles de toda la historia de la humanidad. Dicen que es de sabios aprender de sus propios errores, pero que lo es más aprender de los errores de otras personas. Esperemos que la humanidad haya aprendido ya y que las masacres producidas durante la Segunda Guerra Mundial no se vuelvan a producir.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Los judíos

Orígenes e historia
Los orígenes de los judíos como pueblo se remontan a la antigua Mesopotamia, de donde los judíos liderados por su patriarca Abraham emigraron en busca de la famosa Tierra Prometida o Canaán. Abraham recibió la orden de Yahvé de asentarse en Canaán, al tiempo que le prometía que sería el padre de un gran pueblo, para probarle. Abraham se había casado con Sara, una mujer estéril, y entonces Yahvé le dijo que su descendencia sería tan amplia como las estrellas del cielo, que sería el padre de un pueblo que le tomaría como dios único y todopoderoso, tras lo cual le dio descendencia con Sara, su hijo Isaac. El señor también le dice que a partir de ese momento todo miembro de su familia deberá circuncidarse. Pasado el tiempo y estando Isaac más mayor Yahvé decide probar de nuevo a Abraham y le manda sacrificar a su hijo Isaac. Abraham se lamenta de la decisión de Yahvé, pero aún así iba a cumplir la orden cuando un ángel del Señor le detuvo y le indicó que no matase a Isaac, y en su lugar le ofreciese un cordero. Isaac a su vez tuvo dos hijos, Esaú y Jacob, siendo Esaú el primogénito. Cuenta la Torá que Esaú, estando un día hambriento, vio a su hermano Jacob comer un plato de lentejas, y le ofreció cambiárselo por los derechos de progenitura. Jacob decidió aceptar el trato por consejo de su madre. Cuando Isaac envejeció, perdió la vista hasta quedarse casi ciego, circunstancia que aprovechó Jacob para lograr la bendición al primogénito, mediante la cual heredaba todo lo del padre. Isaac antes de morir le pidió a Esaú que saliese a cazar algo para comer, y mientras estaba fuera Jacob degolló dos cabritos y se los sirvió a su padre mientras estaba cubierto con sus pieles, ya que Esaú era muy velludo y si no no podría engañarle. Isaac, confundido por las pieles, bendijo a Jacob de manera que este pasó a la posesión de todas las posesiones de Isaac. Esaú, furioso por la estratagema de su hermano, juró que le mataría como venganza para pasar a ser el heredero. A Jacob no le quedó más remedio que huir hacia el hogar de su tío Labán. Allí conoció a su prima Raquel y se enamoró de ella, y para obtener la bendición de su tío tuvo que trabajar muchos años a su servicio. Tras casarse con ella y después de mucho tiempo volvió a la Tierra Prometida, donde se encontró con su hermano y se perdonaron. Jacob tuvo 12 hijos, uno de los cuales fue José, su segundo hijo menor y predilecto, al que sus hermanos, por envidia, vendieron a unos mercaderes de esclavos con la esperanza de que nunca regresara y para que Jacob no saliese en su busca y se convenciera de su muerte, mancharon su túnica con sangre de cordero y la desgarraron para hacerle creer que un animal salvaje le había atacado, tras lo cual se lo mostraron a su padre. José fue llevado hasta Egipto donde fue vendido a Putifar. Éste, que vio a José como a una persona inteligente, a la vez que ágil con los números y las letras, le puso al cargo de su villa. Un día que Putifar no estaba su esposa intentó seducir a José, pero fallo en su propósito ya que José la rechazo. Furiosa, cuando su marido volvió a su hogar le acusó de haber intentado violarla y Putifar, furioso, envió a José al calabozo. Allí, fueron encarcelados el jefe de coperos y el jefe de reposteros. A los pocos días los dos tuvieron un sueño y José se ofreció para interpretarlos. El copero le dijo: “En mi sueño tenía ante mí una vid con tres sarmientos que estaban como echando brotes, subían y florecían y maduraban sus racimos. Tenía en mis manos la copa del faraón, y tomando los racimos los exprimía en la copa del faraón y la puse en sus manos”. José le dijo: “Esta es la interpretación de tu sueño: Dentro de tres días el faraón te devolverá tu trabajo de copero y podrás volver a poner la copa en sus manos como hacías antes” y añadió: “Acuérdate de hablar bien de mí al faraón para que me  saque de la cárcel pues he sido injustamente condenado”. También el jefe de los reposteros contó a José su sueño: “Llevaba yo sobre mi cabeza tres cestos de pan blanco, sobre el que estaba arriba había toda clase de sabrosas pastas de las que hacemos los reposteros para el faraón, y venían las aves del cielo y se las comían”

José contestó diciendo: “Dentro de tres días te quitará el faraón la cabeza y te colgará de un árbol, y las aves del cielo comerán tu carne”

A los tres días se cumplió todo lo que José había predicho.
Pasaron dos años en los cuáles José se mantuvo dentro de la cárcel. Entonces el faraón tuvo un sueño extraño, y cuando se volvió a dormir tuvo otro. Preocupado mandó llamar a todos los magos y a los adivinos de Egipto para que lo interpretaran, pero ninguno tuvo éxito. Entonces el jefe de coperos se acordó de la interpretación de su sueño y el del jefe de reposteros. Avisó al faraón, que decidió contarle sus sueños a José. Cuando estuvo delante de él empezó a hablar: “Este es mi sueño: Estaba yo en la orilla del río y vi subir del río siete vacas gordas y hermosas que se pusieron a pacer en la hierba. Detrás de ellas subieron otras siete vacas tan flacas como yo jamás he visto  en toda la tierra de Egipto. Las siete vacas flacas se comieron a las gordas pero seguían siendo tan flacas y feas como al principio. Vi también en sueños que salían de una misma caña siete espigas llenas de granos de trigo y muy hermosas, y después de ellas salían otras siete espigas malas y sin granos; las siete espigas malas devoraron a las siete hermosas”
José tomó la palabra y dijo: “Dios ha dado a conocer al faraón lo que va a hacer: Las siete vacas gordas son siete años y las siete espigas hermosas también son esos mismos siete años; el sueño es, en realidad, uno solo. Las siete vacas flacas y las espigas malas son otros siete años. Habrá en Egipto siete años de gran abundancia, y detrás de ellos vendrán otros siete años de gran escasez y de hambre en toda esta tierra. Al haber soñado dos veces sobre este mismo asunto, Dios te está advirtiendo  que ocurrirá muy pronto, así, pues, el faraón deberá buscar a un hombre inteligente y sabio, y ponerlo al frente de la tierra de Egipto; deberá guardar una quinta parte de toda la cosecha que se recoja en los siete años de abundancia para poder  consumirla en los años de escasez y no muera la gente de hambre durante ese tiempo”

El faraón quedó impresionado por la interpretación que le dio José a su sueño y exclamó: “¿Podríamos encontrar acaso otro hombre como este, lleno del espíritu de Dios?”, y añadió: “Tú serás quien gobierne mi casa, y todo mi pueblo te obedecerá; sólo el faraón será mayor que tú, te pongo al frente de toda la tierra de Egipto”. A continuación se quitó el anillo y lo puso en la mano de José; hizo que lo vistieran con blancas vestiduras de lino y rodeó su  cuello con un collar de oro.

José tenía treinta años cuando sucedieron estas cosas. Se casó con la hija de Putifar y tuvo dos hijos a los que llamó Manasés y Efraím. Era muy feliz.

Durante los siete años de abundancia recorrió todo Egipto y fue almacenando trigo y alimentos en cada ciudad del reino según lo que cada una producía. Llegando a reunir tanto trigo que ya no lo podían contar.

Tras los siete primeros años de abundancia vinieron los siete de escasez, como lo había anunciado José; y hubo hambre en toda aquella tierra y en los países de alrededor, pero en Egipto no faltaba el pan; y si el pueblo acudía al faraón pidiendo ayuda, éste les respondía: “Acudid a José y haced lo que él os diga”.

A medida que avanzaba el tiempo, el hambre se extendió hasta Canaán y la familia de José, sabiendo que en Egipto podrían comprar grano, se dirigieron hacia allí. Tras unos ligeros castigos a sus hermanos para ver si se arrepentían de haberle vendido, descubriendo que efectivamente lo hacían, tras lo cuál invitó a todos los judíos que fuesen a Canaán. Pasado un tiempo después de la muerte de José el faraón, asustado por su creciente número, los condenó a la esclavitud.
Tras varios siglos de esclavitud nace Moisés, el futuro libertador del pueblo judío. Al poco tiempo de su nacimiento el faraón promulgó una ley por la cual todos los recién nacidos israelitas debían ser arrojados al Nilo. Esta decisión se debida al increíble número de hebreos, unos dos millones entre hombres, mujeres y niños, que habían nacido en el transcurso de apenas 215 años. Para evitarle ese destino, se le depositó en el Nilo en una cesta, justo en el momento en que la hija del faraón se bañaba. Al verlo, decidió presentarlo como suyo delante del faraón, ya que ella era incapaz de tener hijos. De este modo Moisés evitó la muerte en el Nilo y, al mismo tiempo, fue introducido en la realeza egipcia. Siendo ya un adulto, descubrió su origen hebreo, y al poco fue descubierto también por el faraón. Huyó de Egipto hacia el Sinaí, y allí se encontró con una zarza ardiendo que no se consumía. Desde ella Yahvé se dio a conocer ante Moisés, y le ordenó que volviese a Egipto para liberar al pueblo de Israel. Así lo hizo Moisés, presentándose ante el faraón y ordenándole que liberase a los hebreos. Ante la negativa de éste, Yahvé envió diez plagas sobre Egipto, que culminaron con la muerte de todos los primogénitos que allí habitaban, incluido el hijo del faraón, tras lo cuál los puso en libertad, aunque posteriormente se arrepintió y se puso de nuevo a perseguirlos. En este momento fue cuando Moisés realizó la famosa separación de las aguas del Mar Rojo, que posteriormente cayeron sobre el ejército egipcio, acabando con él. Ya finalmente en el Sinaí se producen la escritura de las tablas de la ley, la posterior adoración del ídolo de oro y su destrucción por parte de Moisés, la segunda escritura de las tablas de la ley, la creación del Arca del Alianza y el guardado de las tablas en dicha arca, el castigo de 40 años de peregrinaje por el desierto dictado por Yahvé como castigo por la adoración al ídolo del oro, todos los milagros realizados por Moisés en nombre de Dios para facilitarles el peregrinaje, como la lluvia del maná, o la creación de un manantial en la roca, la llegada del pueblo de Israel a Canaán y la muerte de Moisés antes de su llegada. Finalmente, tras el asentamiento de los judíos en la Tierra Prometida, llegan los famosos reyes David y Salomón. Tras el reinado de Salomón, Canaán se divide en dos estados Israel y Judá. Israel fue conquistado por el rey Salmanasar V, y todos sus habitantes fueron deportados; a partir de este momento se les pierde la pista y son conocidos por los judíos actuales como "las diez tribus perdidas". Judá es también conquistada por el imperio babilónico, pero a su vez consigue independizarse tras la invasión de Babilonia por el rey persa Antajerjes I. Tras la conquista del imperio persa hecha por Alejandro Magno, Canaán queda bajo la autoridad del imperio alejandrino. Cuando éste se deshace tras la muerte de Alejandro Magno y a la de su hermano Filipo Arrideo y a la de su hijo Alejandro IV, Canaán queda bajo el control de Antíoco IV, convertida en una de las Satrapas o Diadochoi. Antíoco IV es uno de los primeros personajes que inicia una persecución religiosa, y el primero que la hace expresamente contra la religión judía, prohibiendo muchos de sus ritos y costumbres y destruyendo por primera vez el famoso templo de Salomón. Los judíos se rebelan y son dirigidos al principio por la dinastía macabea y finalmente por la dinastía asmonea.
Entonces tuvieron jefes que adoptaron el nombre de reyes y que hasta se ciñeron la diadema. Antígono fue el primero que usó ese adorno, que nada significa careciendo de poder. Por aquel tiempo los romanos empezaron a hacerse temibles para los reyes de Siria, que eran los señores de los judíos, y éstos consiguieron poner de su parte al Senado de Roma, estando sumisos a él y colmándolo de presentes. Parecía que las guerras que tuvieron los romanos en el Asia Menor habían de ser un motivo para que dejaran respirar a ese desventurado pueblo; pero apenas Jerusalén disfrutó de una sombra de libertad, la rindieron y la desgarraron las guerras civiles, durante el mando de aquellos fantasmas de reyes, y fue más digna de compasión que cuando gemía en una larga serie de diferentes esclavitudes. En sus perturbaciones intestinas eligieron por jueces a los romanos.
La mayoría de los reinos del Asia Menor, del África septentrional y de las las tres cuartas partes de Europa reconocían ya a los romanos como árbitros y como señores. Pompeyo fue a Siria a juzgar a las naciones y a deponer a muchos tiranuelos. Engañado por Aristóbulo, que le disputaba la corona de Jerusalén, se vengó de él y de su partido tomando la ciudad, haciendo crucificar a muchos sediciosos, tanto sacerdotes como fariseos, y algún tiempo después sentenció a Aristóbulo, rey de los judíos, al último suplicio.

Los judíos, siempre desgraciados, siempre esclavos, pero sublevándose siempre, atrajeron contra ellos los ejércitos romanos. Craso y Casio los castigaron, y Metelio Escipión mandó crucificar a un hijo del rey Aristóbulo, llamado Alejandro. instigador de todas las rebeliones.

En la época del gran César permanecieron enteramente sometidos y tranquilos. Herodes, famoso entre ellos y entre nosotros, que durante mucho tiempo desempeñó el cargo de tetrarca, consiguió que Antonio le ciñera la corona de Judea, que pagó espléndidamente, pero Jerusalén se negó a reconocer al nuevo rey, porque descendía de Esaú y no de Jacob, y era idumeo; pero precisamente por ser extranjero le nombraron los romanos para desempeñar ese cargo y para que sostuviera mejor la brida de ese pueblo. Los romanos protegieron al rey que habían nombrado, enviándole un ejército, y Jerusalén fue una vez más tomada por asalto y saqueada.

Herodes, protegido luego por Augusto, llegó a ser el más poderoso de los príncipes entre los reyezuelos de la Arabia. Restauró Jerusalén y reedificó la fortaleza que rodeaba el templo que idolatraban los judíos, cuyo templo empezó a reconstituir, pero no terminó su obra, porque le faltaron trabajadores y dinero. Esto prueba que Herodes no era rico, y que los judíos, que profesaban tanto cariño a su templo, preferían a éste su dinero contante.

La denominación de rey sólo era un título honorífico que les concedieron los romanos, no era un título de sucesión. En cuanto murió Herodes, gobernó la Judea como provincia romana subalterna el procónsul de Siria, aunque de vez en cuando concedían los romanos el título de rey, unas veces a un judío y otras a un extranjero, mediante una gran suma, como se le concedió al judío Agripa en los tiempos del emperador Claudio.

En torno a esta época es cuando se sitúa el nacimiento de Jesús de Nazaret, en torno al cual se formaran las bases de la religión cristiana, un factor de importancia en la historia judía.
Tras la muerte de Herodes el Grande el año 39, Claudio designó como rey de los judíos a Herodes Antipas (41-44), a Herodes de Calcis y posteriormente a Herodes Agripa II, (48-100), séptimo y último rey de la familia Herodes.
Posteriormente hubo tres rebeliones:
  • En el año 66 estalló la primera Guerra Judeo-Romana, cuya causa fue la orden de Vitelio de adorar a los dioses romanos. Vespasiano y después su hijo Tito fueron enviados a sofocar la revuelta, destruyendo Jericó en 68, Jerusalén, cuyo Templo fue arrasado en el 70 y Masada en el 73. Se nombró un pretor y la X legión fue encargada de mantener el orden, quedando anulada la monarquía y encargado el Sanedrín, que fue trasladado a la ciudad de Yavne, de los aspectos religioso, político y judicial de la vida judía.
  • En 115 estalló una segunda sublevación, esta vez generalizada entre los judíos de todo el oriente del Imperio, comenzando en Cirene. En el 118 el emperador Adriano prometió autorizar la reconstrucción del Templo, lo que calmó la revuelta.
  • Entre 132 y 135 d. C. estalló una tercera guerra debido a las leyes de Adriano, que prohibió el Brit Milá, la celebración del Shabat y las leyes de pureza en la familia, así como por el rumor de que se iba a construir un templo en honor a Júpiter en el solar del Templo. Después de la derrota de los judíos, Adriano dictó varias normas para humillarlos y evitar nuevas sublevaciones: Jerusalén pasó a llamarse Aelia Capitolina y la provincia Syria Palaestina (Siria Palestina) en lugar de Judea. También se prohibió a los judíos vivir en Aelia Capitolina y la religión judía quedó prohibida. Los judíos permanecieron en Galilea, en los Altos del Golán, en el sur del antiguo reino de Judá y en alguna otra zona.
Tras la tercera revuelta y la prohibición de que los judíos se asentasen en Jerusalén, en ese momento Aelia Capitolina, los judíos se fueron dispersando por todo el imperio romano, algunos como ciudadanos romanos libres, muchos otros como esclavos. Esta dispersión es la conocida como la Diáspora. Tras la Diáspora los judíos conocieron un periodo de paz que finalizó con la generalización de la religión cristiana por el imperio romano, lo cuál produjo un periodo de rechazo hacia los judíos con numerosas persecuciones que produjeron una mayor dispersión de los judíos por toda  Europa, aunque princi- palmente por Asia. Tras la división del imperio romano en el imperio romano de Occidente (que cae en el 476 d.C.) y en el imperio romano de Oriente, o imperio bizantino siguen sus problemas. Con Justiniano I las autoridades restringieron los derechos civiles de los judíos y amenazaron sus privilegios religiosos. El emperador también interfirió en los asuntos internos de la sinagoga prohibiendo, entre otras cosas, el uso de la lengua hebrea en la adoración divina. Justiniano y sus sucesores tenían abandonada la provincia de Judea, por lo que, irónicamente, en el siglo VI se construyeron allí sinagogas nuevas con los suelos cubiertos de hermosos mosaicos. Los judíos asimilaron en sus vidas las formas de arte de la cultura bizantina, y en los mosaicos se muestran gentes, animales, menorahs, zodiacos y caracteres bíblicos. Ejemplos excelentes de estos suelos se han encontrado en Beit Alpha (que incluye la escena de Abraham sacrificando un carnero en lugar de a Isaac, junto con un zodiaco magnífico), Tiberius, Beit Shean y Tzippori. En el medievo los judíos encuentran lugares seguros en casi todo el imperio musulmán, principalmente en Egipto, incluido también durante el imperio otomano. También en Al-Ándalus son bien recibidos durante este periodo, aunque el antisemitismo en Europa era más que evidente. Sus problemas vuelven en el siglo XI. Los musulmanes de la Península fueron expulsados por los almohades, y muchos se mudaron a los reinos cristianos de la península, donde fueron aceptados durante varios siglos. Finalmente, en el año 1492 los Reyes Católicos dictan una orden por la que los judíos deben convertirse al cristianismo o marcharse, expatriando a muchos judíos del que era el último lugar de Europa en el que eran aceptados.
Durante el Renacimiento y la Ilustración hubo cambios en la comunidad judía. La Haskalá fue paralela a la Ilustración, pues los judíos comenzaron en 1700 a hacer campaña para integrarse en la sociedad europea. La educación secular y científica se agregó a la instrucción religiosa tradicional y el interés por una identidad judía nacional, y comenzó un interés por el estudio de la historia judía y del hebreo. La Haskalá dio a luz tanto a movimientos reformistas como conservadores y plantó las semillas del sionismo al mismo tiempo que animaba a la asimilación cultural dentro de los países en los cuales residían los judíos.
Al mismo tiempo surgía el Judaísmo jasídico, predicado por el rabino Israel ben Eliezer, que reclamaba el seguimiento estricto de los preceptos de la Torá. Estos dos movimientos, haskalá y jasidismo, formaron la base de las divisiones modernas dentro de la sociedad judía.
Mientras cambiaba el mundo interior en las comunidades judías, comenzaron las discusiones para aplicarles la desigualdad de derechos políticos. El primer país en hacerlo fue Rumania, durante la revolución de 1789. Incluso así se esperaba que los judíos se integraran, abandonando sus tradiciones. Esta ambivalencia se demuestra en el famoso discurso de Clermont-Tonnerre ante la Asamblea Nacional en 1789:
Debemos rechazar contundentemente a los judíos como nación, y aceptarlos como individuos. Debemos retirar el reconocimiento de sus jueces: deben solamente tener nuestros jueces. Debemos rechazar la protección legal al mantenimiento de unas supuestas leyes judías; no se debe permitir que formen dentro del Estado un cuerpo político o una orden aparte. Deben ser ciudadanos individualmente. Pero, algunos me dirán, ellos no desean ser ciudadanos. ¡Fuera entonces! Si no desean ser ciudadanos, deben decirlo así, y entonces los desterraremos. Es repugnante tener dentro del Estado una asociación de no ciudadanos, una nación dentro de la nación.
Aunque todavía había persecuciones esporádicas, la emancipación se extendió a través de Europa, por la invitación de Napoleón a abandonar los guetos amparados en el Código Napoleónico. Antes de 1871 cada país europeo, excepto Rusia, había emancipado a sus ciudadanos judíos.
A pesar de la integración surgió una nueva forma de antisemitismo, basado en las ideas de la raza y del nacionalismo más que en el odio religioso de la Edad Media. Esta teoría sostuvo que los judíos eran una raza separada e inferior de la gente aria de la Europa occidental, y motivó la aparición de partidos políticos en Francia, Alemania, y Austria-Hungría que hicieron campaña para anular la emancipación. El episodio más conocido es el caso Dreyfus, en Francia. Estas persecuciones, junto con pogromos patrocinados en Rusia por el Estado, llevaron a un gran número de judíos, como a Theodor Herzl, a creer que solamente estarían seguros en su propia nación.
Al mismo tiempo, la migración judía a los Estados Unidos creó una nueva comunidad liberada de las restricciones existentes en Europa. Alrededor de 2 millones de judíos llegaron a EE UU entre 1890 y 1924, la mayoría desde Rusia y la Europa Oriental. Un caso similar sucedió en el extremo sur del continente, concretamente en los países de Argentina y Uruguay.
Aunque los judíos se integraron cada vez más en Europa, luchando con sus países de origen en la Primera Guerra Mundial y formando parte de los movimientos artísticos y culturales de los años 20 y 30, el antisemitismo racial permanecía. Alcanzó su forma más virulenta en la matanza de alrededor de 6 millones de judíos durante el Holocausto,21 borrando gran parte de una historia de más de 2000 años.
El 29 de noviembre de 1947 las Naciones Unidas aprueban la creación de un Estado judío y otro árabe en el Mandato Británico de Palestina, y el 14 de mayo de 1948 el Estado de Israel se declara independiente, representando la primera nación judía desde la destrucción de Jerusalén. Andréi Gromyko, embajador de la URSS en la ONU, propone que Israel sea aceptado como miembro de pleno derecho. El pleno de la ONU lo aprueba.
El día siguiente, 15 de mayo de 1948, comienza la guerra árabe-israelí, al no aceptar los países árabes la declaración unilateral de Israel. Fue la primera de las subsecuentes guerras entre Israel y sus vecinos árabes, que han traído el éxodo de los palestinos y la persecución de los casi 900.000 judíos que vivían en países árabes.

Algo a tener en cuenta

Una cosa muy importante sobre la mayor parte de los datos que vienen en los párrafos precedentes es que provienen de libros como la Biblia, concretamente del Antiguo Testamento, y de la Torá. Por tanto, esos datos sólo provienen de una única fuente de datos que no ha podido ser contrastada con otros documentos comtemporáneos a esa época. Es posible que algunos de esos datos estén equivocados, principalmente los anteriores a la conquista de Judea y de Israel por parte de Salmanasar V y del imperio babilónico. Es cierto que ciertos personajes como el rey David han sido autentificados y demostrada su existencia y sus logros, pero de otros, como del rey Salomón, todavía no se han encontrado textos ni tumbas que prueben su existencia,.

El dios de los judíos

Como todos sabemos, el judaísmo es, al igual que el cristianismo y que el islam, una religión monoteísta, que cree en la existencia de un dios creador de todo el mundo, incluidos toda la vida humana, animal y vegetal.  Este dios, al que la religión judía conoce como Yahvé, es omnipotente, omnisciente y omnipresente.  Concretamente en la religión judía, su nombre era, y para algunos sigue siendo, impronunciable para todos los judíos, salvo para el Sumo Sacerdote (era una blasfemia pronunciar su nombre), y por eso en la actualidad no se sabe si la palabra está bien pronunciada, ya que sólo es una aproximación. Los judíos más ortodoxos no lo pronuncian nunca, otros menos ortodoxos sólo lo pronuncian con fines educativos. La palabra que denomina el nombre de dios también es conocida como tetragrama, ya que en hebreo y en arameo la palabra se escribía con cuatro caracteres. Para los rezos se suelen utilizar los otros nombres de Yahvé, como Adonai (mi amo), Ehyé-Asher-Ehyé (haré porque haré o seré porque seré), El (dios)...

Libros sagrados

El principal libro sagrado de los judíos es el Tanaj, lo que los cristianos llaman el Antiguo Testamento de su Biblia. El Tanaj se compone a su vez de la Torá o Pentateuco, los Neviim o Libro de los Profetas y los Ketuvim o los escritos. Como la Torá es el núcleo de la ley judía, se la suele identificar como todo el conjunto de los textos sagrados del Tanaj.
La Mishná, recolección de las tradiciones orales y exégesis de la Torá, entregadas según la creencia directamente a Moisés por Yaveh en el Monte Sinaí, transmitidas oralmente de generación en generación, y compiladas al cabo de los siglos por el rabino Yehuda Hanasí, en el siglo II.
El Talmud o Guemará, formado por un voluminoso corpus de interpretaciones y comentarios atribuidos a los amorreos, estudiosos que vivieron en el siglo II, posteriores a la edición de la Mishná. Comúnmente, por Talmud se entienden también a los comentarios posteriores cuyo origen remonta a la medievales, entre los que destaca Rabí Shelomó Yitzjaki («Rashi», por sus iniciales en hebreo).
En la edad media surgen dos obras consideradas el centro de la literatura halájica:
El Shulján Aruj, compilación y codificación de toda la Halajá por temas, obra del rabino Yosef Karo de Safed en el siglo XVI, cuya normatividad es aceptada prácticamente por la totalidad de los judíos.
El Mishné Torá de Maimónides, llamado en hebreo Moshé Ben Maimón (o incluso Rambam, por sus iniciales). Los judíos yemenitas prefieren a éste último antes que al Shulján Aruj.
Cabe destacar también la importancia del libro fundamental de la Cábala judía:
El Zóhar, libro místico escrito por el rabino Shimón Bar Yojai (o Rashbi, por sus iniciales en hebreo).

De todos los libros mencionados, la Torá es, con diferencia, la parte más importante de toda la tradición escrita judía.

Lugares sagrados y culto

La mayor parte de los lugares sagrados de los judíos se sitúan en Jerusalén, siendo el más importante de todos el muro de las lamentacianos. Según la tradición, este muro es lo único que queda en pie del segundo gran templo de Jerusalén, que fue derribado por los romanos tras las revueltas.
De acuerdo con la historia, cuando las legiones del emperador Vespasiano destruyeron el templo, sólo una parte del muro exterior quedó en pie. El entonces general Tito dejó este muro para que los judíos tuvieran el amargo recuerdo de que Roma había vencido a Judea (de ahí el nombre de Muro de las Lamentaciones). Los judíos, sin embargo, lo atribuyeron a una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del sagrado templo como símbolo de su alianza perpetua con el pueblo judío. Los judíos han orado frente a este muro durante los últimos dos mil años, creyendo que este es el lugar accesible más sagrado de la Tierra, ya que no pueden acceder al interior de la Explanada de las Mezquitas, que sería el más sagrado de todos. En todo caso, las oraciones hebraicas frente al muro no se limitan a las lamentaciones. Se lee el libro de los Salmos y se realizan ceremonias de Bar Mitzva. Alabanzas y peticiones (orales y escritas) son comunes y continuas.
Comúnmente frente a él se lamenta la destrucción de la ciudad y la dispersión del pueblo hebreo, siendo el viernes un día de especial intensidad. La tradición de introducir un pequeño papel con una plegaria entre las rendijas del muro tiene varios siglos de antigüedad.

El segundo lugar sagrado de importancia son las sinagogas en general, siendo el único lugar donde pueden expresar su culto.

Ritos y leyendas de los judíos

Leyendas

Los mitos y las leyendas de lso judíos son todas las que aparecen en el Antiguo Testamento, siendo consideradas verda- des por ellos. Muchas leyendas cristianas tienen como personajes a judíos, en muchas de ellas siendo representados como malas personas, siendo crueles con los cristianos en general, independientemente de la edad, o con personas que desean convertirse al cristianismo. Estas leyendas funcionaron como propaganda antisemítica, identificando la figura del judío con la del mal.

Ritos

Los judíos tienen un gran número de ritos, de los cuales hay que descatar tres: el shabat (sábado), la oración diaria y  el cumplimiento de la halaja o ley judía, recogida en la Torá.
Uno de los rituales más sagrados de los judíos, recogido en la Torá, es la circuncisión que se practica en los niños varones siete días después de nacer. A la edad de 13 años, los varones celebran su bar mitzva y a partir de este momento se consideran responsables de sus actos respecto al cumplimiento de las leyes religiosas; ahora pueden leer la tora en público.
La fiesta se celebra normalmente el primer sábado después del cumpleaños y el acto más ceremonioso es la lectura de la tora en la sinagoga. Las chicas alcanzan su bat mitzva a los 12 años, pero tradicionalmente no se realiza una fiesta similar, dado que ellas no pueden leer la tora ritualmente.

El fallecimiento en la costumbre judía va acompañado de una serie de rituales que tienen por objeto honrar la memoria del difunto y llevar consuelo a sus deudos. El ser judío tiene un intenso amor por la vida, pero a la vez, siente un gran respeto por la muerte.
En el funeral judío, las personas afectadas a los ritos del duelo son el padre, la madre, el hijo, la hija, la hermana y el cónyuge. Para la religión judía, cualquiera de estos deudos se llaman Onen y están eximidos de las obligaciones religiosas, como de recitar oraciones en la mañana y la noche o colocarse tefilim, a fin de que pueda hacer los arreglos referentes al funeral. Luego del entierro el enlutado se denomina “Avel”.
Según la costumbre judía, hasta este momento el cadáver debe estar tapado, ya que exhibirlo es considerado deshonroso, y no se lo debe dejar solo. El ritual judío exige que a la cabecera se coloque una luz o vela en recuerdo de que “el alma es la luz del Señor” (Proverbios 12:21). También se acostumbra a cubrir los espejos y objetos de adorno para que ningún símbolo de lujo o de la vanidad del hombre aparezca en esos momentos. No se acostumbra a colocar flores a los muertos ya que estas son símbolos de vida.
Para la costumbre judía, asistir a un funeral y acompañar los restos mortales hasta el cementerio es una de las mayores mitzvot del judaísmo.
En un ritual funerario judío, es de suma importancia que el entierro sea realizado lo antes posible, preferentemente el mismo día. La postergación solo es permitida si el objetivo es honrar al fallecido; aguardar la llegada de parientes cercanos que residan en otro lugar; por Shabat; Iom Tov o a fin de realizarlo en la tierra de Israel.
Cuando se llega al cementerio se realiza la Tahará (baño ritual), en el caso de que el cuerpo aún no haya sido lavado y purificado. Luego se colocan los Tajrijim (mortajas blancas) y para el hombre, además, se coloca el Talit que usó en vida. Las mortajas señalan la igualdad absoluta que existe entre todos los seres humanos en el momento de la muerte.
Luego de la Tahará se lleva a cabo una breve ceremonia donde se pronuncia Tziduk Hadin (la aceptación de la Justicia del decreto Divino). En esta ocasión es costumbre que el rabino pronuncie unas reflexiones sobre el tema de la muerte y sobre la persona fallecida.
Posteriormente, se realiza la Keriá (rasgadura de la ropa que se está usando), que es la manera religiosa de expresar la amargura por la pérdida de un ser querido. Keriá es una expresión externa de las emociones interiores de aquellos que están de luto y es obligatoria para el padre o madre, hijo/a, hermano/a y los cónyuges. Por la muerte del padre o madre, se acostumbra a hacerla en el lado izquierdo a fin de descubrir el corazón; mientras que por la muerte de los demás parientes se acostumbra a hacerla en el lado derecho.
Culminado este acto, se recita la oración El Male Rajamin, en recuerdo del alma del ser querido que se ha perdido y se dice el Kadish. Luego, el cuerpo es llevado para ser enterrado.
Al llegar los familiares y amigos al lugar escogido deben, inmediatamente, bajar el ataúd a la fosa. Las personas que echan tierra en la sepultura deben tener cuidado de no pasarse la pala de mano en mano, sino que deben dejarla en la tierra para que la otra persona la tome de allí. Esto simboliza la voluntad de no transmitir desgracias a otra persona. También se acostumbra a colocar una pequeña piedra o un puñado de tierra sobre la sepultura y despedirse del muerto antes de retirarse.
La obligación de enterrar a los muertos en la tierra tiene su origen en la Torá “... pues polvo eres y al polvo volverás”. (Génesis2:19). Por este motivo, la ley judía prohíbe los entierros en mausoleos y las cremaciones.
A la salida del cementerio, en cualquier ocasión, se procede al lavado de manos ritual (Netilat Iadaim). De este modo se aleja simbólicamente la impureza creada por el contacto con la muerte.

Normas de alimentación

Aquí vale la pena mencionar que los judíos son muy estrictos con lo que comen, y algunos animales les parecen impuros, y por tanto incomibles. A continuación reproduzco lo que pone en el Levítico 11 3-23, referente a las restricciones alimenticias.
3Ustedes comerán el animal de pezuña partida, hendida en dos uñas y que rumia.4Pero no comerán el camello que rumia y no tiene dividida la pezuña, sino que será para ustedes impuro.5El conejo que rumia, pero no tiene dividida la pezuña, será impuro para ustedes.6Lo mismo la liebre. 7El cerdo, que tiene la pezuña partida, hendida en dos uñas, pero no rumia, será impuro para ustedes. 8Ustedes no comerán su carne y tampoco tocarán su cadáver: serán impuros para ustedes. 9Estos son los que hay en el agua y que pueden comer. Ustedes comerán los que tienen aletas y escamas bien vivan en el mar o en los ríos. 10Pero tendrán por inmundos a todos los seres vivos, todo lo que pulula en el mar o en los ríos, y que no tienen aletas ni escamas. 11Ustedes los tendrán por inmundos, no comerán de su carne y tendrán sus cadáveres por inmundos: 12tengan por inmundo todo ser que vive en las aguas y no tiene aletas y escamas. 13Estas son las aves que tendrán por impuras y que no comerán por ser inmundas: 14el águila, el quebrantahuesos en todas sus especies, 15toda clase de cuervos, 16el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán en todas sus especies, 17el búho, el somormujo, el ibis, 18el cisne, el pelícano, el buitre, 19la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago. 20Ustedes tendrán por inmundo a todo insecto alado que anda sobre cuatro patas. 21Pero, tratándose de los insectos alados que andan sobre cuatro patas, podrán comer aquellos que, además de sus cuatro patas, tienen piernas para saltar sobre el suelo. 22De ellos podrán comer: la langosta en sus diversas especies y toda clase de solam, de jargol y de jagab. 23Cualquier otro insecto alado de cuatro patas será para ustedes impuro. 

Intermediarios y personajes

En el cristianismo, por ejemplo, a la hora de comunicarse con Dios, es necesario un intermediario, que en el cristianismo se denomina sacerdote. Actualmente, los judíos no necesitan de intermediarioentre Yahvé y ellos, pero aún así en el Antiguo Testamento aparecen varios, a los que actualmente conocemos como profetas. Fueron personas a las que Yahvé, Dios y Alá, ya que tanto en el cristianismo, en el judaísmo y el islam aparecen, y en muchos casos coinciden, ya que las tres religiones tienen un mismo origen, pero que luego se fueron separando.


Profetas mayores
ISAÍAS
Profeta hebreo del s. VIII a.C. Ejerció su ministerio en los reinados de Ajaz y Ezequías. Sus discursos y profecías se contienen en el libro de su nombre. Es el más genial de los escritores bíblicos y el mayor profeta mesiánico.
JEREMÍAS (c. 650-c. 585 a.C.)
Profeta hebreo, uno de los grandes líricos de la literatura universal, hijo del sacerdote Helcías. Anunció y lloró después en términos patéticos la ruina de Jerusalén. Murió en Egipto, adonde bajó con los últimos restos de su pueblo.
EZEQUIEL
Profeta hebreo que, tras la destrucción de Jerusalén (589 a.C.), ejerció su ministerio profético durante 22 años, con visiones apocalípticas como las de su libro, entre los cautivos de Babilonia y acaso en Palestina.
DANIEL
Figura central del libro homónimo del Antiguo Testamento. En él se narran algunos episodios –el del foso de los leones, el de la casta Susana, etc. – de este profeta hebreo, llevado a Babilonia después de la destrucción de Jerusalén (s. VI a.C.).
Profetas menores
OSEAS (fl. s. VIII a.C.)
El primero de los doce Profetas Menores, autor del libro de la Biblia que lleva su nombre, que predicó contra las apostasías de Israel.
JOEL
Profeta hebreo, autor del libro escatológico de su nombre, que históricamente se sitúa tras el cautiverio de Babilonia. Anunció el «Día de Yahvé» y la efusión del Espíritu sobre toda carne en los días mesiánicos.
AMÓS (fl. c. 790-760 a.C.)
Tercero de los profetas menores. V. LIBRO DE AMÓS
ABDÍAS
El cuarto de los doce profetas menores de Israel, que vivió hacia el s. V a.C.
MIQUEAS (fl. s. VIII a.C.)
Profeta del Antiguo Testamento que predijo la ruina de Jerusalén y el nacimiento de Cristo en Belén.
JONÁS (fl. s. VIII a.C.)
Uno de los profetas menores de Israel, n. cerca de Nazaret. Predicó y convirtió a los ninivitas, según la Biblia por orden divina. La historia de su adolescencia primera, que le acarreó ser tragado por un pez, no pasa de ser una ficción didáctica.
NAHUM (fl. 606 a.C.)
El séptimo de los doce profetas menores de Israel, que predijo la destrucción de Nínive.
AGEO (fl. s. VI a.C.)
Décimo profeta menor de Israel que en el año 520 urgió a Zorobabel a reedificar el Templo. Un libro de la Biblia lleva su nombre.
ZACARÍAS, San (fl. s. VI a.C.)
Penúltimo de los doce profetas menores de Israel. Sus profecías se relacionan con la terminación del Templo y con la venida del Mesías.
MALAQUÍAS
Profeta bíblico, último de los menores. En su libro, escrito después de la reconstrucción del Templo en 516, profetiza al enviado que preparará los caminos del Señor: Juan el Precursor, según los sinópticos.
También se les considera profetas a Noé, Moisés, el rey Saúl, el rey David, Juan el bautista, Jesús, el apóstol Juan y otros, aunque estos son más del cristianismo y del islam que del judaísmo salvo los cuatro primeros.
Todos los profetas son sin duda alguna personajes importantes dentro de la religión judía, y cabe destacar como personajes importantes para a Abraham, el legendario fundador del pueblo de Israel, a Isaac, a Jacob, a José, a Moisés, el libertador de los judíos, el rey David y el rey Salomón. Todos estos personajes tienen importancia dentro de la religión judía, y son sin ninguna duda realmente importantes. Pero los judíos también tuvieron personajes importantes fuera del ámbito religioso. Durante la Edad Media hubo una gran cantidad de importantísimos sabios y funcionarios judíos, que aportaron grandes conocimientos sin tener ninguna relevancia bíblica, como Yehuda ha-Leví, Yosef Ibn Ferrusel...
Entre los grandes personajes históricos del siglo XX, y una de las figuras más importantes del sionismo podemos destacar a Theodor Herlz.

Símbolos

Los símbolos judíos son sobradamente conocidos por todo el mundo, pero aún así vamos a añadir unas pocas imagenes que los representan.


Menoráh

     Candelabro de siete brazos. Pueden tener formas diferentes. Su origen se encuentra en el Antiguo Pacto. Moisés bajo la dirección de Dios recibió el mandato de confeccionar una Menorah de oro puro que debía ser colocado en el tabernáculo (Exodo 25:31-40). Sobre el significado espiritual de la Menorah, los siete brazos representan la perfección de Dios, ya que el número siete en las Escrituras es el número de la perfección. La luz de la Menorah representa la perfecta y eterna luz de Dios.

Maguen David 
(La Estrella de David)

   Se encuentra en las sinagogas, templos, hogares y como joya en el cuello, anillos o pulsera. Es un símbolo muy antiguo, pero nadie sabe en realidad su origen exacto. Una posibilidad es que el Rey David tuviera un escudo con ese símbolo; otra que por tener seis puntas y seis espacios, doce en total podría ser el orden y modelo de los campamentos de las Tribus de Israel alrededor del Tabernáculo (Números 1:50 y 2:1-34)

Jai

   Estas dos letras hebreas pronunciadas Jai, significan "Vida".
   Este Símbolo se utiliza como una joya.

Kipá

   Pequeño gorrito utilizado por hombres y niños judíos. Si la persona judía es muy religiosa lo usa todos los días, sino los sábados y en la Sinagoga o Templo. Se usa como símbolo de humildad delante de Dios.

Talit

   Es el nombre que recibe el manto de oración utilizado por hombres y niños judíos. Se utiliza en la Sinagoga y Templo.
   Se coloca sobre la cabeza y cae a ambos lados de los hombros o sobre los hombros.
   Los flecos del talit representan los 613 mandamientos encontrados en la Toráh o Ley de Moisés (Números 15:37-40).
   Tiene bordados símbolos religiosos y escrituras en hebreo.

Shofar

   Cuerno del sacrificio de Isaac (Levítico 23:24).
   Llama al arrepentimiento. Recuerda el Pacto, la Ley y la llegada del Mashiaj.

Mezuza

   "Jamba de la puerta". Es un pequeño pergamino de cuero escrito con porciones de la Toráh. Los textos que contiene son Deuteronomio 6;4-9 y 11:13-21.
   La Mezuza se coloca dentro de un estuche y se clava en la entrada de la casa judía sobre la jamba derecha de la puerta. Simboliza la presencia de Dios santificando la casa.

Tefilín

   Son dos pequeñas cajas o estuches de cuero que contienen los textos de Exodo 13:1-10, 11-16; Deuteronomio 6:4-9, 11:13-21.
   Colocarse tefilín simboliza servir a Dios con el corazón y con los pensamientos.